Por Carla Arjona ((Lidera Tu Imagen))
Dicen que no hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión. Y aunque suene a cliché, la ciencia lo confirma. Nuestro cerebro decide si una persona nos inspira confianza, autoridad o empatía en apenas siete segundos. Antes de que pronuncies una palabra, tu imagen ya ha hablado por ti.
Y es que la imagen no es solo estética. Es comunicación no verbal en estado puro. La imagen forma parte del lenguaje no verbal, que representa entre 65 % y 93 % de la comunicación total, según el psicólogo Albert Mehrabian (Universidad de California, Los Ángeles).Por otro lado la teoría de Edward Thorndike del “EFECTO HALO¨ Que nos dice que una persona que no nos conoce al mirarnos, si la imagen que proyectamos es buena (saludable, atractiva, bien ejecutada) automáticamente pensará bien de nosotros. Y con nuestras palabras se lo confirmaremos.
Esto significa que lo que decimos con el cuerpo, el rostro o la ropa pesa mucho más que las palabras. Cada color, cada tejido, cada complemento, cada corte y cada gesto proyectan un mensaje que el cerebro del otro interpreta de forma inmediata. No se trata de moda, se trata de percepción.
La mente humana busca coherencia entre lo que ve y lo que oye. Si hay incongruencia (por ejemplo, alguien habla de liderazgo pero viste de forma desordenada), el cerebro confía más en lo visual que en lo verbal. La imagen, en realidad, es un lenguaje silencioso. Un lenguaje que no se pronuncia, pero se lee con facilidad.

La estrategia detrás de lo que vemos
En comunicación política, empresarial o mediática, nada es casual. Cada elemento visual responde a un objetivo estratégico. El color azul de una corbata que transmite calma y liderazgo. Las mangas arremangadas de un candidato que buscan mostrar cercanía. La chaqueta
estructurada que proyecta autoridad. Todo comunica, incluso el silencio de los colores neutros. Los asesores de imagen sabemos que la coherencia visual genera confianza. No basta con vestir bien, hay que vestir con intención. Mi trabajo en Lideratuimagen es alinear lo que una persona es con lo que quiere proyectar y lo que su entorno espera recibir. Analizamos la personalidad, los objetivos y el entorno de una persona para que su imagen hable en el mismo idioma que su discurso. Cuando ambos se alinean, el mensaje gana poder. Un estudio de la Universidad de Princeton demostró que las personas que proyectan una imagen cuidada y coherente son percibidas como más competentes y confiables, incluso cuando el contenido de su mensaje es exactamente el mismo que el de alguien con una apariencia descuidada. En resumen: La forma influye directamente en cómo se interpreta el fondo.
La imagen como herramienta de poder
En el mundo empresarial, para directivos y emprendedores la imagen se ha convertido en una extensión de la marca personal. Los profesionales que la utilizan de forma consciente no buscan impresionar, sino comunicar autoridad y claridad. También en política donde los asesores diseñan la imagen de los candidatos con precisión. En los medios de comunicación donde periodistas, presentadores e influencias cuidan al milímetro lo que su imagen proyecta y por supuesto como marca personal, porque un negocio o persona comunica más con lo que muestra que con lo que habla.
Porque vestir no es elegir ropa es definir cómo quieres ser recordado.
Letizia Ortiz, por ejemplo, es una evolución muy clara en estrategia de imagen que hemos podido ver desde sus inicios hasta ahora. Ella domina el uso del color y la estructura de las prendas para comunicar autoridad sin perder cercanía. Su forma de vestir en actos oficiales
refuerza su papel institucional, pero también proyecta una identidad moderna y consciente.
Rosalía, al principio, su estética mezclaba elementos del folclore andaluz con una reinterpretación moderna de mantones, joyería tradicional, uñas exageradas, y estilismos con fuerte carga simbólica. Era una reivindicación de lo español y lo femenino desde la fuerza. A medida que su
carrera creció internacionalmente, pasó a una estética más limpia, deportiva y tecnológica, sin perder el mensaje central. Hoy su imagen es un statement: mezcla de autenticidad cultural, control del branding y estrategia visual milimétrica. Cada cambio de look marca un nuevo capítulo narrativo. No sigue tendencias; las crea para comunicar una idea emocional y conceptual.

Steve Jobs, por su parte, convirtió su suéter negro de cuello alto en un símbolo de enfoque y minimalismo. Una decisión que en principio no fue consciente, ya que fue una apuesta por uniformar a los empleados con diseños de Issey Miyake que le salió mal y que después fue una
estrategia aparentemente simple que transmitía una idea poderosa de coherencia y visión de marca.
Y Victoria Beckham (como diseñadora de moda y no como Spice Girl) Que ha creado toda una narrativa visual de evolución personal a través de líneas puras, colores neutros y gestos controlados. Su imagen cuenta la historia de una mujer que domina su propio mensaje y que
necesitó crear autoridad en un mundo al que no pertenecía.
Penélope Cruz, e n los 90, su imagen proyectaba juventud, espontaneidad y sensualidad natural. Melena suelta, tonos cálidos, prendas ajustadas, una estética cercana al cine español de la época.Con su salto a Hollywood, la estrategia visual cambió, adoptó una imagen más refinada, de sofisticación europea y elegancia clásica. Su alianza con Chanel no es casual, la maison refuerza su narrativa como mujer madura, poderosa y sin artificios. Hoy, su imagen proyecta seguridad, prestigio y autenticidad.

Estos ejemplos no hablan de moda, sino de estrategia. Todos ellos usan la imagen como herramienta de comunicación, saben qué efecto provoca cada decisión estética en su audiencia y sus asesores de imagen controlan la narrativa con la estrategia.
Como yo siempre le digo a mis clientes “ Controlar la narrativa mental del que te mira, te da el poder para alcanzar tus objetivos”
Cómo usarlo en tu día a día
No hace falta ser una figura pública para aprovechar el poder de la imagen. Cada día comunicamos algo con lo que llevamos puesto, aunque no seamos conscientes. La clave está en preguntarte: ¿Qué quiero transmitir hoy?
Si tienes una reunión importante, apuesta por tonos neutros y cortes limpios. Si buscas cercanía, juega con colores más cálidos o tejidos suaves. Y si trabajas en un entorno creativo, los contrastes o accesorios singulares pueden hablar de innovación y seguridad en uno mismo.
La coherencia entre quién eres, lo que haces y cómo te presentas es lo que genera impacto. Cuando esa triada se alinea, la imagen deja de ser superficial para convertirse en herramienta de comunicación consciente.
La imagen como espejo emocional
Vivimos en una sociedad visual donde somos observados más veces de las que hablamos. En redes, en el trabajo, en la calle. La imagen no es una máscara, es un reflejo emocional y estratégico.
Y al igual que las palabras, puede construirse, entrenarse y evolucionar con nosotros. Por eso, cuando alguien se viste con intención, no lo hace para impresionar; lo hace para expresar con precisión lo que ya es. La diferencia entre quien viste por costumbre y quien lo
hace con propósito está en el nivel de conciencia. No se trata de fingir. Se trata de conectar lo que se ve con lo que se siente. De entender que el primer mensaje que emitimos al mundo no sale de la boca, sino del espejo. La próxima vez que te prepares para salir, no pienses solo en si algo te queda bien. Pregúntate si te representa.
Porque la imagen, cuando se usa con estrategia, no es un adorno…Es una herramienta silenciosa de poder.