
Palacio de los Condes de Cervelló, Anna (Valencia)<br />,
#Guardianes del Interior 2.0_ Anna. Rubén Muñoz, Juan La Fuente y Sandra Suárez
En el sur de la provincia de Valencia, en pleno corazón de la Canal de Navarrés, existe un rincón donde el paisaje no se contempla: se respira.
Anna, con algo más de 2.500 habitantes, es uno de esos pueblos que no necesitan grandes gestos para dejar huella. Está ubicado a unos 60 kilómetros de Valencia capital, y se extiende entre sierras, barrancos y fuentes, en una de las comarcas más verdes y acuáticas del interior valenciano.
Tierra de huerta, de agua y de piedra, Anna es la herencia viva de siglos de historia que se deslizan entre acequias, cañones naturales y calles empedradas. Sus orígenes se remontan a la época andalusí, cuando ya se aprovechaban sus recursos hídricos con un ingenio admirable.
Aquí, el tiempo parece seguir el cauce de su bien llamada ruta del agua. En cada paso, se revela un secreto: la Albufera de Anna, con sus aguas mansas y sus sauces llorones; el Gorgo de la Escalera, profundo y sobrecogedor; o el Gorgo Catalán, escondido entre zarzas y rumor de aves.
Pero Anna no es solo paisaje: también es patrimonio. Su joya arquitectónica, el Palacio de los Condes de Cervellón, es un símbolo de la fusión cultural entre el legado musulmán y el refinamiento nobiliario. Lo llaman la “pequeña Alhambra valenciana” y, al entrar, uno entiende por qué.
Este pueblo, que durante siglos vivió del campo, del agua y de la seda, hoy se reinventa entre turismo rural, cultura, tradición y sostenibilidad.
En esta tierra de fuentes infinitas, los guardianes no llevan espada… sino memoria, historias, saberes que fluyen de generación en generación.
Hoy, en Guardianes del Interior, nos adentramos en Anna, donde el alma de la Canal de Navarrés brota entre manantiales y voces que resisten el olvido.
Aquí, en Anna, empieza un nuevo capítulo. Aquí empieza la segunda temporada.