
¿Cómo afrontamos la muerte?, a debate La Tarde con Marina
Cada vez se normaliza mas la muerte y deja de ser tabú
El año pasado, los allegados de 433.163 personas recibieron en España la peor noticia que hubieran deseado oír: el fallecimiento de un ser querido.
Sin haber llegado a reflexionar seriamente sobre las consecuencias que tendría vivir eternamente, lo cierto es que no nos llevamos bien con nuestra caducidad.
Afrontar la muerte como una parte de la vida, todavía resulta una realidad difícil de aceptar para muchas personas. En consecuencia, adoptar una falsa percepción de invulnerabilidad se convierte en un puro mecanismo defensivo que nos aparta de la toma de conciencia de que también nosotros somos víctimas potenciales de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte.
Del ensayo a la ficción, en los últimos meses la muerte ha sido objeto de estudio o hilo argumental de libros y películas que invitan a mirarla de frente, sin miedo y con voluntad de romper viejos clichés del pasado. En el reciente festival de cine de San Sebastián, hasta tres filmes distintos tenían como protagonistas a personajes que afrontaban su inminente defunción –’La habitación de al lado’, de Pedro Almodóvar; ‘Los destellos’, de Pilar Palomero; y ‘El último suspiro’, de Costa Gavras– y en la sección de novedades de las librerías se acumulan los títulos que proponen novedosas aproximaciones al deceso desde la experiencia personal, el análisis científico o el testimonio póstumo.
La literatura infantil se anima a explicar hoy el final de la vida a los menores con nuevas narrativas , y hasta las empresas funerarias reconocen que los gustos de la población a la
hora de gestionar el óbito están girando hacia una experiencia menos lúgubre y más amable y luminosa de ese tránsito.
En el rechazo que genera la muerte, el dolor por la ausencia del finado comparte podio con el repelús que causa la imagen de la agonía, pero el doctor Enric Benito desmiente este escrúpulo por infundado. Sus últimos veinte años de carrera los pasó en la unidad de paliativos del Hospital Joan March de Mallorca y en ese tiempo calcula que vio expirar a más de un millar de personas. «La gente se sorprendería de lo bien organizada que está la muerte. No hay sufrimiento, y lo que queda después es la mayor paz que he conocido jamás. Es un espectáculo», ilustra. A sus 75 años, acaba de publicar el libro ‘El niño que se enfadó con la muerte’, donde reclama la reconciliación con el episodio final de la vida, que tanto queremos evitar. «Y es una pena, porque nos perdemos la enorme sabiduría que aporta ese momento. Ver morir a alguien es transformador, ahí le pierdes el miedo a la muerte».
Superado el debate de la eutanasia –fórmula elegida por 693 personas en España para morir desde que la ley se aprobara en junio de 2021 hasta enero de 2024–, la muerte está dejando de ser un tema maldito en nuestro país para pasar a ser objeto de conjetura y especulación. Como las que plantean, con gran predicamento, los ensayos que analizan las experiencias cercanas a la muerte (ECM). «Cuando morimos, solo nos desprendemos del cuerpo, pero nuestra existencia continúa en forma de espíritu», asegura categórico el cirujano Manuel Sans Segarra, autor del ensayo ‘Supraconciencia. Vida después de la vida’, donde aborda las ECM y del que había vendido cinco ediciones antes de que saliera a la venta a finales de septiembre. «A medida que perdamos el miedo a hablar de la muerte, lo perderemos también a plantear estas cuestiones. Es cuestión de tiempo», pronostica el reportero de guerra francés Stéphane Allix, autor de ‘La muerte no existe’, también publicado recientemente, y donde defiende postulados cercanos a los de Sans Segarra.