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La Tarde con Marina

¿Afecta la crisis de la vivienda a nuestra vida sexual?, a debate

micLa Tarde con Marinatoday11/06/2025 5

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¿Está la crisis de la vivienda deteriorando la vida sexual?
En la vida de todo ser humano hay momentos donde la privacidad puede no estar garantizada. A saber, en la infancia y adolescencia, con padres que entran en las habitaciones o aporrean las puertas cuando están cerradas, preguntando: “¿Qué estás haciendo ahí tanto tiempo?”. Las casas compartidas, en la etapa de estudiante o de empleos mal pagados, son la lotería; y la mayor o menor privacidad dependerá de los compañeros y de las normas establecidas. Tal vez se pueda vivir una etapa idílica si se tiene piso propio, el problema real esta en que cuando no puedes acceder a la vivienda, tampoco puedes plantearte a largo plazo cualquier tipo de relacion social.
Cuando no hay pareja estable o cuando la posibilidad de una relación esporádica se aborta por falta de privacidad. “Indudablemente, los problemas para acceder a una vivienda, la necesidad de compartir casa y, en el peor de los casos, hasta habitación, influyen necesariamente en la vida sexual de los individuos, en la frecuencia, en la calidad de las relaciones y en el deseo”, sentencia Gloria Arancibia Clavel, psicóloga y sexóloga.
Pero si las parejas estables, con falta de espacio, acusan este problema en la frecuencia o calidad de sus relaciones, los encuentros esporádicos son todavía más complicados, porque se une la falta de confianza para llevar a alguien a casa o para ir a la suya. “Esta dificultad puede hacer que muchas personas con un deseo no muy fuerte se olviden de su faceta sexual y se centren más en el trabajo, los amigos, las cañas en el bar o las vacaciones. Las estadísticas nos confirman una y otra vez que las nuevas generaciones tienen menos encuentros sexuales que sus padres o abuelos.
Este problema se agrava cuando las personas han pasado ya la adolescencia y juventud y se encuentran en la mediana edad. Como subraya Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga, directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica y presidenta de honor de la FESS, “quienes peor lo llevan son las personas ya maduras. Pienso en el caso de alguien que se ha divorciado, que puede tener 50 y tantos años y que vuelve a casa de sus padres. Entonces sus progenitores ya no son tan comprensivos, son mayores y es muy probable que no vean con buenos ojos que su hijo/a traiga gente a dormir. Es una sensación incómoda para todos”. La también sexóloga clínica y terapeuta del Centro Máxima, en Barcelona, añade: “Y está también el caso de la madre o el padre divorciado que vive con su hijo de veintitantos años y que evita llevar al novio a casa para que su hijo no le juzgue o porque le da vergüenza; porque no todos los hijos tienen claro que también hay que respetar las relaciones sexuales de los padres. El espacio es muy importante, porque el sexo necesita de un lugar donde sentirse seguro, dejarse llevar y atreverse a perder el control”.


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