
En el sur profundo de Valencia, donde la naturaleza no posa: impone criterio, está Bicorp. Un municipio pequeño en cifras, pero estratégico en alma, enclavado en la Canal de Navarrés como un activo de alto valor ambiental y patrimonial.
Bicorp no se mira: se asume. Es territorio abrupto, caudaloso, cincelado por barrancos, hoces y cavidades que explican mejor que cualquier informe cómo ha vivido aquí el ser humano durante milenios. Es una zona donde el agua ha sido siempre el verdadero regulador: pozas, fuentes y ramblas que marcan el compás de un ecosistema robusto y, a la vez, sensible.
El origen de Bicorp se pierde en la prehistoria, y no es un recurso retórico: sus abrigos rupestres, declarados Patrimonio de la Humanidad, son una auditoría visual de 8.000 años de presencia humana. Allí, las escenas de caza, danza o recolección siguen proyectando un relato que ningún visitante olvida.
Pero el pueblo no vive solo de pasado. Bicorp se ordena entre casas blancas, cuestas mínimas y silencios que no son falta de actividad, sino un indicador de calidad de vida. A pocos minutos, el paraje del Río Fraile —sí, esa joya fluvial que parece diseñada por ingeniería emocional— marca un antes y un después para quien lo pisa: pozas turquesas, paredes verticales y un corredor natural que redefine lo de “desconexión”.
La economía local, históricamente ligada al campo, al agua y a la ganadería, hoy diversifica su cartera: turismo activo, conservación ambiental, gestión sostenible del territorio y un creciente tejido de iniciativas culturales que mantienen vivo el pulso del municipio.
En Bicorp, los guardianes no levantan murallas: levantan conocimiento. Son vecinos que leen el monte como quien lee un manual técnico, que saben cuándo la rambla va a despertar y qué historia esconde cada abrigo. Su legado no es folclore: es transferencia de saber.
Hoy, en Guardianes del Interior, entramos en Bicorp. Un pueblo que no se vende con eslóganes porque no los necesita: basta con escucharlo. Aquí empieza la segunda temporada. Aquí empieza un nuevo relato.
Guardianes del Interior