Pisos compartidos entre personas jóvenes y personas mayores, debate patrocinado por CAFÉS GRANELL La Tarde con Marina
Compartir piso a los 90 años, la nueva moda de la “convivencia intergeneracional”
En los últimos años, diferentes programas de convivencia intergeneracional como este se han popularizado en Europa, que parten de superponer dos problemáticas muy diferentes. Por un lado, la dificultad de acceso a la vivienda y la precariedad juvenil. Por otro, la soledad no deseada de las personas mayores. En la intersección de estas realidades, conviven miles de personas en España: puede que no compartan referencias culturales o códigos generacionales, pero comparten vida y piso.
La amistad intergeneracional no había sido muy estudiada desde el punto de vista de la psicología y la salud, pero en los últimos años, diferentes estudios han señalado los beneficios bidireccionales de la misma. Un metaanálisis señaló que los programas intergeneracionales redujeron significativamente el edadismo entre los participantes más jóvenes y que los adultos mayores experimentan una reducción del número de caídas y fragilidad, y un aumento de fuerza y equilibrio asi como ayuda a rebajar la tasa de depresión entre los participantes.
En 2022, más de cinco millones de personas vivían solas en casa, según el Instituto Nacional de Estadística. Esta cifra ha aumentado en casi un 20% en los últimos 10 años, y la previsión es que siga haciéndolo a un ritmo aún más elevado. No hay ningún modelo de familia o tipo de hogar que crezca con tanta fuerza. En una sociedad cada vez más individualista y envejecida, la soledad no deseada será uno de los grandes problemas del futuro. Y esto tiene consecuencias catastróficas.
Actualmente, hay 16 programas repartidos a lo largo del territorio. Uno de los primeros fue Convive, una iniciativa que lleva activa desde 1995 y por la que han pasado más de 1.800 casos. El psicólogo Marcos Böcker es su responsable. “En una sociedad con vínculos más precarios, se requieren prácticas que fomenten el encuentro y la relación entre personas de diferentes generaciones”, explica en un intercambio de correos. “Frente a la soledad y lazos sociales fragmentados, las experiencias intergeneracionales pueden contribuir a generar sentimientos de pertenencia, de reconocimiento del valor social de todas las personas y al enriquecimiento mutuo en general”, señala. “Y esto, difícilmente se encontraría de forma natural, sin una promoción activa”.