Entrevista a Luis Landero que presenta “La última función” en Pegando la Hebra Luis Landero
Un homenaje a la tradición oral, a la palabra, a los anhelos y al arte como redención
Luis Landero, ama los pueblos, ama los barrios, hasta el punto de que allá donde está se crea uno. Él nació en Alburquerque en el seno de una familia obrera, donde vivió hasta los doce años en que la familia se traslada a Madrid, como otras tantas familias que ya no podían subsistir en el pueblo años a trabajar en diversos oficios, y se instalan en el barrio Prosperidad. Luis comenzó a trabajar desde los catorce años en diversos oficios: aprendiz en un taller mecánico, recadero en una tienda de ultramarinos, auxiliar administrativo en Clesa, Central Lechera. Un primo suyo le enseño a tocar la guitarra flamenca para poder ganarse un dinerito. A la muerte de su padre, que deseaba que él fuera abogado, se dedicó más plenamente a ser guitarrista acompañante de diversos cantantes. Pero su pasión eran las palabras, los libros y, especialmente la poesía de las que escribió cientos de ellas “Yo solo quería escribir poemas como el niño que quiere seguir jugando. Ser poeta era ser alguien en el mundo, yo era el pobretón del grupo, pero la poesía y ser poeta me concedió un lugar en el mundo, mi vida tenía un sentido. “Yo desde principio supe que eso lo iba a hacer toda la vida, que eso era para siempre lo tuve muy claro. Ya no puedes vivir sin escribir es como el amor, pero como el amor eterno de verdad. Después fue dejando la poesía porque consideró que no era un buen poeta y empezó a escribir fragmentos de historias. Quería escribir la frase perfecta”.
En su casa no había habido libros y él atesoraba cada uno de los que iba sumando a la pequeña biblioteca de su mueble cama. Leía vorazmente los libros del Círculo de lectores, los que le dejaba una vecina y las novelitas de vaqueros que cambiaba en el Kiosko de las que leía dos o tres cada día, hasta que caía rendido. Y ha seguido con las palabras: estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid y llegó a ejercer en la misma como profesor. Cuando ya tuvo trabajo, a los veintiocho años Decidió ponerse a prueba y comprobar si era o no buen escritor. Tardó ocho años en dar por buena su primera novela, “Juegos de la edad tardía”, que publicó con cuarenta años y que le proporcionó el reconocimiento unánime de la crítica y galardones tan prestigiosos como Premio de la Crítica de Narrativa Castellana, el Premio Nacional de Narrativa o Premio Mariano José de Larra, que le permitieron dedicarse plenamente a la escritura. Su prestigio no ha dejado de crecer desde entonces con la publicación de cada uno de sus quince libros y ha recibido más premios como el Nacional de las Letras Españolas en 2022. Hoy nos ha presentado, “La última Función (TusQuets 2024), un texto deslumbrante en el que ofrece un homenaje a la tradición oral, a la palabra, a los anhelos, al arte y al amor como redención.
Landero sitúa la primera escena de “La última función”, “entre el invierno y la primavera del año 1994, en San Albín”, en el bar restaurante Pino, centro de reunión del pueblo. Allí llega al anochecer de un domingo de enero, Ernesto Gil Pérez, Tito. Lo reconocieron por su prodigiosa voz, la voz de del afamado actor, el niño prodigio, la gran promesa teatral que parecía haber triunfado en los escenarios de la capital, o tal vez de medio mundo y que regresaba a su lugar natal. Allí, impulsado por su amor al teatro y la ilusión de los jóvenes Francis Pinto y Regina Casal deciden montar una gran representación de “Milagro y Apoteosis de la Santa Niña Rosalba”, de tradición inmemorial en el pueblo para impulsar el turismo y evitar el despoblamiento y que Tito ya había protagonizado cuando era niño. Una postrera representación para la que falta la actriz principal que llegará a ser Paula, una mujer que, por un azaroso equívoco, la transforma en heroína casual, «tocada por el soplo de un presagio infalible».
Y Landero nos cuenta cómo surgió la novela. “Las de Tito y Paula son dos historias independientes, que se van uniendo al final. La de él es una vieja historia que yo tenía en la cabeza: la del artista que no tiene éxito (…) con ese desencanto vuelve al pueblo, ahí podría reivindicarse como artista. Con ese argumento se me cruzó la historia de mi amigo Tito al que yo lo acompañé como guitarrista flamenco en giras que nos llevaron por Nueva York, Burdeos o Marruecos. La de Paula es totalmente inventada, es la de una mujer que se equivoca de tren”. Y con él hemos hablado de los temas de la novela: de las distintas formas de amor; de los anhelos; de los afanes que los padres ponen en los hijos y la “deuda” que esto puede suponer; de la pérdida de la transmisión oral; de cuando se acaba la infancia y de cómo escribir prolonga la suya, porque le permite seguir soñando; del fracaso vital y de que, para él el fracasado es el que no lo intenta; del concepto de éxito de Tito, que es el suyo propio; del humor que habita en toda la novela; de los deliciosos personajes secundarios. De la capacidad de redención del amor y del arte. De cómo hemos disfrutado leyendo su novela y escuchándole hablar hoy en Pegando la Hebra. Nuestro agradecimiento por la gran calidad literaria y humana que le habita y las amables palabras que nos ha dedicado.
Pegando la Hebra, dirige y presenta, María Vicenta Porcar, control de sonido, Juan Lafuente, en 99.9 Valencia Radio, dial 99.9 FM Valencia (España) y www.la999. es. PODCAST en la App y web de 99.9, Ivoox, Spotify, Youtube, etc.